¿Cómo se forma la grasa? ¿Y porqué es tan difícil eliminarla? [Parte I]

Comprendiendo qué es la grasa corporal y su función

Hoy te hablaré de cómo se forma la grasa, cómo se almacena, cuándo este almacenamiento puede convertirse en un riesgo para nuestra salud, y, finalmente, te explicaré las razones por las cuales es tan difícil eliminarla.

Vamos por pasos.

Lo primero que es importante entender es que la acumulación de grasa corporal es un proceso natural y vital que está íntimamente ligado a cómo nuestro cuerpo maneja los nutrientes y gestiona la energía. Sin embargo, cuando este proceso se desregula debido a una ingesta excesiva o un metabolismo alterado, puede convertirse en un problema serio para la salud.

Te hablaré también de la relación entre las emociones y el almacenamiento de grasa, y cómo la sobrealimentación puede estar relacionada con la protección emocional.

Para completar el cuadro, te indicaré estrategias efectivas para mantener un peso saludable y prevenir los efectos negativos de la grasa corporal acumulada.

¿Cómo se forma la grasa corporal?

La grasa corporal se forma a través de la acumulación de lípidos (compuestos orgánicos) en el tejido adiposo y en el tejido muscular del cuerpo.

Estos lípidos se sintetizan principalmente a través de la digestión y el metabolismo de los azúcares provenientes de los alimentos que consumimos. Los lípidos se distribuyen por todo el cuerpo para cumplir diversas funciones, especialmente en áreas donde se necesita más energía. De este modo, el cuerpo almacena energía en forma de grasa para utilizarla cuando sea necesario.

El tejido adiposo que se forma en nuestro cuerpo se puede concebir como un ‘banco de energía o de alimentos‘ y funciona como reserva energética que ni se oxida ni se daña.

Este banco de alimentos asegura que el cuerpo tenga acceso a energía incluso en periodos de ayuno o actividad física intensa. La grasa corporal es esencial para mantener funciones vitales como la regulación de la temperatura corporal, la protección de órganos internos y la absorción de vitaminas liposolubles.

Cuando el cuerpo recibe alimentos, estos son descompuestos en sus elementos básicos (como azúcares, grasas y proteínas), los cuales se distribuyen a las células para cumplir las funciones metabólicas necesarias. Si existe un exceso de calorías de los alimentos consumidos, el cuerpo convierte este excedente en grasa corporal para almacenarlo como energía disponible para necesidades futuras.

Por estas razones la grasa es un elemento necesario para nuestro metabolismo.

¿Qué pasa cuando comemos en exceso?

El cuerpo tiene un mecanismo de distribución de grasa que responde a ciertas prioridades. La grasa que se considera esencial se dirige hacia áreas como los órganos, la médula ósea, los músculos, el sistema nervioso central y los órganos reproductivos (especialmente en el caso de las mujeres).

La grasa no esencial, en cambio, el cerebro, las vísceras, los músculos en reposo, el sistema inmunológico y otras zonas del cuerpo.

La grasa no esencial, en cambio, se acumula de forma más generalizada a través de un complejo proceso neuroquímico y se almacena en áreas como:

• cerebro
• vísceras
• músculos trabajados
• músculos en reposo
• sistema inmunológico

Así que, tenemos claras 4 cosas fundamentales:

1. la grasa es necesaria para nuestros procesos vitales;
2. la grasa debe ser almacenada en forma de energía para necesidades futuras;
3. el cuerpo prefiere no perder grasa porque es su fuente de energía;
4. el excedente de grasa se queda almacenada pero, sin no se utiliza en el medio-largo plazo, se puede dañar y estancar.

Si el cuerpo obtiene energía de la grasa, lo último que soltará será justamente grasa. Por esta razón es tan fácil acumularla y tan difícil perderla.

¿Por qué es tan fácil acumular grasa y tan difícil perderla?

Cuando las células del tejido adiposo reciben un exceso de nutrientes, como azúcares o grasas, para evitar que estos compuestos se oxiden y dañen las células, el cuerpo convierte estos nutrientes en grasa y los almacena.

Este proceso puede incluso dar lugar a la creación de nuevas células adiposas o a la división de las células existentes, incrementando la cantidad de grasa en diferentes zonas del cuerpo.

Históricamente, la acumulación de grasa fue un mecanismo de supervivencia que ayudaba a los humanos a resistir períodos de escasez de alimentos. El cuerpo acumulaba grasa para tener energía disponible en tiempos de necesidad.

Sin embargo, hoy en día, las circunstancias han cambiado: ya no dependemos de la caza para alimentarnos, pero el cuerpo sigue almacenando calorías en exceso por el miedo a la escasez.

Hoy en día no necesitamos sobrealimentarnos por si mañana o pasado nos va mal la caza…

¿Cuándo la grasa se convierte en un problema para la salud?

Lógicamente cuando la grasa almacenada no se utiliza y por lo tanto se acumula y se puede dañar y oxidar, causando un sin fin de problemas de salud.

Cuando haces la compra, habrá alimentos frescos y de consumo inmediato; otros alimentos de consumo ‘pospuesto’ y que puedes guardar en la nevera para los días a seguir; y alimentos no perecederos que guardarás en la despensa para consumo futuro.

Digamos que, a parte los alimentos de consumo inmediato, el resto no son estrictamente necesarios para tu supervivencia. Pero, aún así, los guardas y los almacenas pensando necesitar consumirlos más adelante.

¿Y qué pasa con aquellos alimentos que no consumes cuando toca o después del tiempo limite para su correcta conservación? Que se pudren o se oxidan y ya no cubren su función. Si los guardaras, estropearían tu nevera o tu despensa, podrían producir bacterias, desprender un olor muy desagradable y una larga serie de consecuencias negativas tanto a nivel higiénico como, obviamente, de salud.

Este mismo proceso se produce dentro de nuestro cuerpo.

El vínculo emocional con la alimentación y la grasa corporal

Tenemos esta irrefrenable manía de almacenar de todo por el terror de quedarnos sin recursos. Y esto pasa también con la comida.

Con la comida hay un agravante porque la misma no solo tiene una función vital siendo combustible del cuerpo, sino también una función emocional.

A menudo, la alimentación emocional juega un papel fundamental en el proceso de acumulación de grasa. La utilizamos para intentar cubrir necesidades, gestionar el estrés, la ansiedad o las emociones negativas, que no sabemos manejar de otra manera en nuestra vida diaria.

Y escondemos detrás de cada bocado aquello que no hemos podido resolver, expresándolo.

El cumulo de grasa, en este caso, se convierte, pues, en una barrera de protección frente al mundo.

Sin embargo, con el tiempo, este proceso puede atraparnos, provocando efectos negativos tanto en nuestro bienestar físico como emocional.

La semana que viene analizaremos los diferentes tipos de grasa, sus funciones y las estrategias para eliminar los excesos.

Así que ¡no te pierdas el siguiente post!

Seguimos…

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Vittoria Veri Doldo ~ Terapeuta y Coach de Salud

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